La tecnología está lejos de emular en un ordenador los 80.000 millones de “unidades de información” con las que cuenta el cerebro. Sin embargo, los gurús de la Singularidad pronostican que para 2045 la IA habrá igualado en capacidades al hombre. Incluso, podrá tomar sus propias decisiones. Por su parte, los detractores de esta corriente llevan tiempo pidiendo que se regulen los posibles abusos tecnológicos. Eso es lo que intenta hacer la UE en su Estrategia. Con ella quiere asegurar que los humanos supervisaremos siempre a las máquinas
La definición básica de inteligencia la considera como la capacidad para resolver problemas, sobre todo los nuevos, a partir de información. La Artificial, por tanto, es conceptualmente igual a la humana. La máquina resuelve un problema a partir de datos y establece patrones para responder a los nuevos retos que se le vayan planteando. Sin embargo, el cerebro humano cuenta con 80.000 millones de neuronas; cada una con miles de conexiones. De momento, los ordenadores no tienen tanta capacidad de computación. Usan menos unidades de información (memoria) porque se centran en resolver problemas concretos. Sin embargo, los neurocientíficos creen que si la tecnología avanza y se consigue un ordenador con 80.000 millones de unidades, podría conseguirse algo parecido a un cerebro humano.
Algunos entusiastas de la tecnología pronostican que estamos cerda de la llamada Singularidad tecnológica. Algo que podría suceder en solo 15- 25 años. El director de ingeniería en el gigante Google, Ray Kurzweil, es uno de los profetas de este movimiento. Para él esta situación tiene fecha: 2045. “Mi socio Kurzweil, predice que nuestros cerebros se conectarán sin problemas a la nube a mediados de la década de 2030”, decía en una reciente entrevista en el periódico The Guardian, Peter Diamandis, socio y cofundador en la Singularity University.
Los entusiastas de la Singularidad se basan en el crecimiento exponencial de la capacidad computacional, Esta ha ido creciendo de forma más o menos estable desde los 80 hasta 2005. Desde entonces se ha disparado. Y en las próximas décadas viene lo mejor, creen estos autores. Al crecimiento exponencial de la computación se une el desarrollo de nuevas tecnologías como la impresión 3D, la realidad virtual, los sensores o la realidad aumentada. “Esto dará lugar a consecuencias convergentes inesperadas. Para 2025, el 66% de la población mundial tendrá acceso a internet (en 2010 sólo tenía acceso el 23%). Eso significa que 5.000 millones de personas estarán conectadas para 2025. Entre otras razones gracias a proyectos como el de llevar internet con drones a todas las partes del planeta. Para 2100 habrá unos 8.000 millones de cerebros conectados a la nube. Y no sólo, porque a estos cerebros hay que sumarles miles de sensores. Para 2030 habrá unos 500.000 millones de aparatos y sensores, no sólo externos sino también implantados dentro del ser humano. Todos conectados a la red”, explicaba Diamandis en una reciente conferencia.
Deus ex machina
El teatro clásico proponía un artificio para muchas representaciones. Se introducía en mitad de la obra una grúa (machina) o cualquier otro medio mecánico a modo de personaje-deidad para resolver una situación o dar un giro a la trama como por arte de magia.
Ese mismo concepto justifica las tesis de los defensores de la Singularidad. La IA será entonces una súper inteligencia con poderes de Dios. La secuencia de los actos tiene varias etapas. Se empieza por una IA que lea tus mails, vea qué estás comiendo y te haga análisis de sangre mientras. Esta súper máquina superará el test de Turing, la prueba por antonomasia de la Inteligencia Artificial, antes de que acabe esta década (https://magiquo.com/que-es-un-chatbot-de-turing-a-eliza/).
A todo esto se unirá la posibilidad de controlar y programar el ADN, a través de nuevas técnicas, como la del corta-pega de ADN o CRISPR. (Un mecanismo descubierto por el investigador español Fernando Mójica). Y así sucesivamente hasta que los hombres se transformen en una especie de súper humanos o seamos inmortales. Esta portada de The Times recogía ya hace tiempo esta posibilidad.
Centauros: mitad hombre, mitad máquinas
Algunos autores definen como centauros a una nueva coalición entre humanos y máquinas inteligentes. “Los nuevos centauros explorarán esos espacios científicos, médicos, económicos, geopolíticos y ecológicos cada vez más complejos y difíciles, formando coaliciones en las que colaborarán humanos y potentes máquinas de inteligencia artificial. En este futuro híbrido, los humanos aumentados por la tecnología trabajarán cada vez con inteligencias más profundas y poderosas. La inteligencia humana se verá incrementada por la artificial, que luego se incrementará nuevamente por la intuición humana”, se puede leer en este artículo publicado en Cinco Días. En él, al autor analiza las consecuencias de la automatización en el mercado laboral (https://cincodias.elpais.com/).
La Singularidad también cuenta con famosos detractores. En esta lista de personajes que miran con preocupación y alarma esta posibilidad figuran Elon Musk, Stephen Hawking o Bill Gates. Musk incluso lo compara con “invocar al demonio”. Y confirmando que la cosa no va de broma, hace apenas unas semanas el presidente ruso Vladimir Putin escribía que quien se convierta en líder en IA controlará el mundo.
Recientemente, y como ya comentábamos en la anterior entrada del blog (https://magiquo.com/la-era-de-los-avatares/), un debate organizado por el Foro Telos (Espacio Fundación Telefónica), y titulado “Humanos y Digitales”, traía a Madrid a Anders Sandberg. Sandberg es doctor en Neurociencia Computacional e investigador de cuestiones sociales y ética en relación al progreso y las nuevas tecnologías. El investigador alertaba : “Se cree que en el futuro estaremos totalmente fusionados con la máquina. La mayoría ya estamos todo el día manipulando nuestros móviles. Sin embargo hay que tener cuidado. Ya hay pacientes con implantes en el cerebro que tienen wifi, pero que funcionan sin contraseñas. No tienen seguridad y eso es peligroso. Hay otras apps que tienen consecuencias en la disciplina. Por ejemplo, el fitbit es un aparato externo que te recompensa con una señal si superas un número de pasos al día. Da miedo pensar que las aseguradoras puedan tener accesos a esos datos. Tenemos interés en estos desafíos, porque a veces es más fácil aprender de nosotros para vendernos productos y ganar dinero”, concluía.
Máquinas conscientes
A grandes rasgos, la singularidad tendría tres fases. De 2025 a 2030 los ordenadores alcanzarán un nivel de computación que va a semejar las funciones propias del cerebro humano. Después, la Inteligencia Artificial va a comenzar a mejorarse a sí misma. Ya, en la tercera fase, que será hacia 2040, las computadoras serán plenamente capaces de mejorarse a sí mismas sin intervención humana. ¿Significa eso que estamos en la antesala de que las máquinas tenga consciencia?
En un reciente artículo publicado por Forbes se plantea esa posibilidad, además de preguntarse si el caso llegara, en qué sistema de IA se desarrollaría antes la consciencia. El artículo resume los sectores en los que se está trabajando más intensamente para implantar la IA y de ellos elige el de la conducción autónoma. Uno de los ejemplos que mejor explican el desarrollo actual. Sin embargo, afirma el reportaje, estamos muy lejos de que un sistema autónomo conduzca solo sin la presencia de un piloto más o menos activo y más o menos atento. Estamos lejos de que los coches vayan solos mientras los viajeros charlan distraídamente. Además, en el caso en que eso llegara, algo que no sucederá en las próximas décadas, eso no se traduciría en que la máquina tuviera consciencia.
La consciencia es ese “algo” que todavía no se sabe por qué se produce en el cerebro humano. Los neurocientíficos creen que tiene que ver con una cantidad de neuronas que se han activado en un momento determinado. Esa activación ha producido una sensación subjetiva en algún sitio. La ciencia está atónita por el hecho de que la actividad física produzca actividad mental y que estas sean dos cosas diferentes. Además, el 90% de los científicos que estudian el funcionamiento del cerebro consideran que la consciencia va a remolque de la actividad neuronal. Si ésta se reproduce de forma artificial, nada impediría que los ordenadores llegaran a tener consciencia de sí mismos.
Regulando el futuro: la vuelta al ser humano
¿Qué será de nosotros cuando llegue (si llega) la singularidad? Puede que la IA nos sustituya como especie dominante. Pero también que integremos esa IA en nosotros mismos, convirtiéndonos en seres que van más allá de lo que somos hoy en día. La humanidad podría convertirse en transhumana.
La clave del futuro estará en los seres humanos. Al menos eso cree la UE que acaba de presentar su Libro Blanco sobre la Inteligencia Artificial. Un documento que pretende regular y controlar posibles abusos en los desarrollos de esta tecnología. La UE aboga por la transparencia. «Además de la posibilidad de rastrear la toma de decisiones para comprender mejor cómo se han tomado». Según el texto, esta transparencia debería permitir que los gobiernos comprueben y certifiquen los datos usados como base para el desarrollo de IA. «Con el aprendizaje automático, una red neuronal es capaz de llegar a conclusiones para las que no fue programada. Es lo que permite a esta tecnología, por ejemplo, crear contenido falso que parezca real”, se lee en El Español.