Era el inicio de 2019 cuando la conocida como Sinfonía inacabada de Schubert dejó de ser tal. Un programa de IA la terminó en su lugar casi dos siglos después. El software analizó los dos primeros movimientos que el compositor había concluido y de ahí extrajo las características del estilo del vienés para luego construir su propia melodía. Eso sí, además del análisis contó con la ayuda de un músico de carne y hueso para que la pieza no chirriara en el reparto del compositor, para obtener un resultado que los críticos califican como mediocre y aburrido.
Ahora que el virus SARS-CoV-2 ha copado la atención de los humanos y casi de todo el desarrollo científico, es siempre curioso y gratificante recordar las posibilidades menos “ortodoxas” que tiene esta tecnología. Además de los vehículos autónomos, los videojuegos o las cámaras de fotos de los móviles, los algoritmos tienen un sin fin de aplicaciones. Una de ellas, aclarar la identidad del grafitero Bansky. Por cierto, en su última obra, el artista rindió un homenaje al personal del Hospital General de Southampton justo en mitad del pico de infecciones en Europa por coronavirus. Quédense con este dato, el hospital está a menos de dos horas de Bristol. En los siguientes párrafos entenderán por qué.
Hace ahora unos cuatro años, La Queen Mary University of London afirmó haber descubierto la identidad del grafitero gracias a la Inteligencia Artificial. Banksy sería un vecino de Bristol, Robin Gunningham, de 42 años. Tiempo antes, en 2008, el diario Daily Mail ya lo señalaba como sospechoso en una de sus investigaciones. En ese momento era un algoritmo el que volvía a apuntar en su dirección. ¿Por qué? Porque el programa se basaba en los lugares donde habían ido apareciendo a lo largo de los años las pinturas del artista.
Otra curiosidad, relata la matemática y divulgadora Hannah Fry en su libro “Hola, mundo”, es que el algoritmo ya lo utilizaba la policía de Canadá para identificar delincuentes. De hecho, fue desarrollado por Kim Rossmo, un ex policía que estaba convencido de que los cacos no escogen al azar los lugares donde dan sus golpes, sino que lo hacen siguiendo unos patrones geográficos que pueden ser medidos y analizados. Y según cuenta Fry si se tira del hilo se llega hasta la idea original. La de un abogado francés que empezó a recopilar para el Ministerio de Justicia historiales de violaciones, asesinatos y robos perpetrados en diferentes regiones de Francia. Él fue el primero en detectar estos movimientos poco aleatorios y en sentar las bases de uno de los sistemas de reconocimiento policial más usado en mundo.
El nuevo Indiana Jones
La Universidad de la Singularidad (esa institución americana que pregona que las máquinas pronto nos superarán) advierte de que sólo en 2019, se publicaron más de 65 artículos sobre el uso de tecnologías de inteligencia artificial en arqueología. Los algoritmos parecen estar camino de convertirse en el próximo Indiana Jones o, casi mejor, en el próximo Watson de Sherlock Holmes. En los últimos años la IA está ayudando a encontrar excavaciones con bastante éxito haciendo una de las cosas que mejor se le da: encontrar patrones. De esta manera, recientemente se “han descubierto decenas de asentamientos abandonados a lo largo de la costa de Madagascar que revelan conexiones ambientales con las comunidades modernas. Otros investigadores han mapeado los sistemas fluviales de la Edad de Bronce en el valle del Indo, una de las cunas de la civilización», pone como ejemplo la publicación.
Dylan Davis, del departamento de Antropología de la Universidad Penn State. Ha desarrollado un algoritmo automatizado para identificar grandes montículos de tierra y concha construidos por poblaciones nativas de entre una colección de imágenes. Las fotos provienen tanto de satélite como de Lidar, un sistema que usa haces de luz para mapear. En el caso de Madagascar, su equipo pudo inspeccionar e identificar más de 70 sitios arqueológicos en un área de más de mil km² en un solo año.
Descifrando lenguas muertas
Un grupo de científicos del MIT y el laboratorio de del gigante Google han desarrollo un sistema de aprendizaje automático capaz de descifrar lenguas muertas o idiomas perdidos. Lo probaron con éxito con la Lineal B, una lengua que descifró un lingüista aficionado en 1953. La historia completa aparece en un reportaje de la revista MIT Technology Review y es apasionante. Y es que ya desde finales de siglo XIX cuando se descubrió este lenguaje y el Linel A en una piedra en la isla de creta. Al hallazgo arqueológico hecho por el inglés Evans no le acompañó la traducción hasta que llegó Michael Ventris, un lingüista aficionado aplicando un puñado de simples suposiciones. Ahora la IA ha conseguido traducir por primera vez de forma automática la Lineal B y ahora pretende desenterrar los misterios de la Lineal A, una lengua hasta ahora desconocida. “La traducción automática se basa en que las palabras están relacionadas entre sí, independientemente del idioma en cuestión. El proceso comienza al trazar estas relaciones para un idioma específico. Luego, el algoritmo analiza el texto para ver con qué frecuencia aparece una palabra junto a otra”, dice la publicación.
https://www.technologyreview.es/s/11294/la-ia-aprende-traducir-lenguas-muertas-automaticamente
A ritmo de AC/DC
Volviendo a la música, hace tan sólo unos días, el youtuber, Funk Turkey saltó a la palestra por crear una canción de AC/DC titulada ‘Great balls’ usando inteligencia artificial. El autor cuenta que primero puso todas las canciones en un software de modelado que, basado en el modelo de las cadenas de Markov, escogió las frases más populares. Luego, el sistema de inteligencia artificial creó un texto con las palabras más repetidas en las canciones de la banda. Al final Turkey solo tuvo que cambiar el orden de alguna frasecita para hacer el tema más redondo y grabar la voz y las pistas de audio.